Enfermedades genéticas o adquiridas de nuestros compañeros de caza
Las almohadillas plantares y sus cuidados La almohadilla plantar (pulpejo) de los perros es una zona de tejido especializada. Su gruesa epidermis la protege contra traumatismos mecánicos y los grandes depósitos de grasa la proporcionan elasticidad para absorber los golpes. Una abundante inervación proporciona una importante función sensorial. Numerosas glándulas sudoríparas producen una secreción que puede mejorar la tracción durante la carrera y las escaladas, y también son muy importantes en la demarcación odorífera (marcaje del territorio). Cómo curiosidad, podemos comentar que los perros excitados pueden sudar a través de sus almohadillas plantares. Por gruesas y resistentes que sean, tras una larga caminata (no se aconsejan largas caminatas para los perros de raza pequeña, ya no solo por sus almohadillas, si no, por el desgaste que pueden sufrir sus delicadas articulaciones), o después de un día transitando por un recorrido accidentado y poco habitual para el animal, las almohadillas plantares del perro pueden sufrir las consecuencias. El calor, el frío, el agua, la nieve o el hielo, el barro, la dureza de las rocas, los filos de las piedras, los cantos de los ríos, la gravilla o arena suelta, las plantas espinosas o la hierba seca, pueden dañar las almohadillas del perro provocando que se le abran grietas, heridas sangrantes e incluso, quemaduras muy dolorosas.
Pensemos que un perro de ciudad prácticamente camina por “alfombras” todo el tiempo, ya que dentro de casa no hay suelo abrasivo, las aceras son bastante lisas, y cuando vamos al parque suele haber hierba y tierra blanda. Si el perro no está preparado y un día hacemos una excursión por suelos
Pensemos que un perro de ciudad prácticamente camina por “alfombras” todo el tiempo, ya que dentro de casa no hay suelo abrasivo, las aceras son bastante lisas, y cuando vamos al parque suele haber hierba y tierra blanda. Si el perro no está preparado y un día hacemos una excursión por suelos
duros, con rocas, grava o piedras sueltas las consecuencias pueden ser lamentables.
Aún así, la ciudad también puede resultar a menudo agresiva para un perro que carece de unas almohadillas endurecidas. No es extraño que, con las altas temperaturas, el pavimento pueda quemar sus almohadillas (de forma literal) y provocar llagas y quemaduras. Inspeccionar el terreno que pise el animal y asegurarnos de que esté libre de objetos cortantes o cristales también es fundamental para que el paseo por la ciudad sea seguro para nuestro amigo. Si logramos que las almohadillas de nuestro perro se endurezcan poco a poco, los problemas que tengamos serán mínimos. Esto se logra llevándole a caminar por distintos terrenos, claro está, vigilando a menudo para que no lleguen a agrietarse. Cuando le saquemos a pasear las primeras veces podrá sufrir más porque estará solo acostumbrado al suelo de casa y a superficies poco abrasivas. Pero esas caminatas (siempre de una duración acorde al tamaño del perro) por diferentes superficies le servirá para endurecer sus almohadillas, que además crecerán, haciéndose más fuertes y sólidas. En perros de pelo largo (como lo son el Maltés y el Yorkshire y el Setter), el pelo suele crecer entre las almohadillas, llegando incluso a sobresalir entre los dedos, dándoles aspecto de llevar “pantuflas”. Se suele recortar este pelo sobrante para darle a la “mano” o el “pie” un aspecto más redondeado. Pero además de por razones estéticas, es importante controlar el crecimiento del pelo en esta zona para evitar problemas. Si crece demasiado es posible que se formen nudos, muy molestos para el perro, y es más fácil que se enganchen espigas o frutos espinosos de algunas plantas si paseamos con nuestro perro por el campo. Además, nuestro perro resbalará con mayor facilidad en el suelo de casa. El exceso de pelo también puede provocar una deformación de la planta del pie, ya que obliga al animal a separar de más los dedos para notar una buena sujeción al suelo al caminar. Por todo ello es necesario recortar ese pelo (y mantener las uñas cortas) para que los “pies” de nuestro amigo peludo estén en buen estado.
Es de suma importancia también, mantener la zona de las almohadillas completamente limpia. Si salimos a pasear con nuestro perro un día de lluvia, cuando lleguemos a casa, hemos de quitar todo resto de barro o humedad. Las almohadillas de un perro sano deben ser duras, ásperas y al mismo tiempo elásticas, no deberían estar resecas, levantadas ni agrietadas. Como norma general y como parte de la rutina deberíamos revisar las patas de nuestro perro a diario, especialmente si salimos al campo, o si le vemos lamerse insistentemente las patas (puede ser también un síntoma de alergia), cojear o andar de manera extraña. Con un rápido vistazo comprobaremos si tiene cortes o alguna uña rota o astillada, revisaremos en busca de espigas, piedrecitas, espinas o incluso chicles que puedan quedar pegados y veremos si se encuentran secas, levantadas o agrietadas. Heridas y cortes Nos ponemos en el caso de que sea un corte o herida que no revista gravedad (si no fuera sí, la visita al veterinario es obligada, ya que cabría la posibilidad, entre otras cosas, de que necesitara algún punto de sutura). Si es una pequeña herida o un corte leve, limpiaremos bien la zona con agua (si se trata de un corte, nos aseguraremos de limpiar bien el interior, para evitar que queden restos de arena y se infecte). Después aplicaremos betadine, o crema antibiótica (Panalog, es perfecta para estos casos). Por último, protegeremos la almohadilla con una gasa, y la taparemos con venda cohesiva. Ante el más mínimo síntoma de infección o problemas, acudiremos al veterinario.
Quemaduras por abrasión Las quemaduras y abrasiones pueden ser extremadamente dolorosas, ya que los perros tienen mucha sensibilidad en esta zona. La herida deberá ser tratada con antibiótico en crema, y posiblemente sea necesario colocar un vendaje como ya explicamos en el punto anterior. En ocasiones aunque veamos que el animal cojea o camina de forma diferente, las quemaduras no son fácilmente visibles, pero si podremos notar que tiene las almohadillas demasiado “lisas y suaves” y más sensibilidad de la normal al tacto. En este caso conviene hidratarlas como se indica más abajo. Grietas por roce o sequedad Si las tiene agrietadas por roce, las curaremos con betadine, o bien pondremos en práctica un remedio casero que suele dar muy buenos resultados: baños de agua templada con un poco de vinagre y sal. Se puede aplicar con gasas, lavando las almohadillas o llenando dos dedos la bañera con la mezcla y poniendo al perro de pie unos minutos mientras hace efecto; después secaremos bien la zona. Si las almohadillas están resecas, aplicaremos vaselina pura sin perfume (de venta en farmacias), masajeando la zona hasta que se absorba todo el producto. Es preferible no abusar de la hidratación si el perro no presenta ningún problema en las almohadillas. Deberían estar elásticas, pero duras y ásperas. Renovación Si nuestro perro ha tenido heridas, abrasiones o grietas es posible que la almohadilla “se renueve” de golpe, es decir, se generan nuevas capas de células queratinizadas y la capa superior dañada y reseca se “abomba” y se desprende como si fuese piel muerta, quedando a la vista las nuevas capas de una almohadilla intacta. Si esto sucede no debemos preocuparnos, simplemente podemos ayudar a este proceso recortando las capas muertas con cuidado (y sin miedo, puesto que ya no hay ningún tipo de sensibilidad en ellas) y cuidando de que el endurecimiento de la nueva almohadilla sea progresivo
Aún así, la ciudad también puede resultar a menudo agresiva para un perro que carece de unas almohadillas endurecidas. No es extraño que, con las altas temperaturas, el pavimento pueda quemar sus almohadillas (de forma literal) y provocar llagas y quemaduras. Inspeccionar el terreno que pise el animal y asegurarnos de que esté libre de objetos cortantes o cristales también es fundamental para que el paseo por la ciudad sea seguro para nuestro amigo. Si logramos que las almohadillas de nuestro perro se endurezcan poco a poco, los problemas que tengamos serán mínimos. Esto se logra llevándole a caminar por distintos terrenos, claro está, vigilando a menudo para que no lleguen a agrietarse. Cuando le saquemos a pasear las primeras veces podrá sufrir más porque estará solo acostumbrado al suelo de casa y a superficies poco abrasivas. Pero esas caminatas (siempre de una duración acorde al tamaño del perro) por diferentes superficies le servirá para endurecer sus almohadillas, que además crecerán, haciéndose más fuertes y sólidas. En perros de pelo largo (como lo son el Maltés y el Yorkshire y el Setter), el pelo suele crecer entre las almohadillas, llegando incluso a sobresalir entre los dedos, dándoles aspecto de llevar “pantuflas”. Se suele recortar este pelo sobrante para darle a la “mano” o el “pie” un aspecto más redondeado. Pero además de por razones estéticas, es importante controlar el crecimiento del pelo en esta zona para evitar problemas. Si crece demasiado es posible que se formen nudos, muy molestos para el perro, y es más fácil que se enganchen espigas o frutos espinosos de algunas plantas si paseamos con nuestro perro por el campo. Además, nuestro perro resbalará con mayor facilidad en el suelo de casa. El exceso de pelo también puede provocar una deformación de la planta del pie, ya que obliga al animal a separar de más los dedos para notar una buena sujeción al suelo al caminar. Por todo ello es necesario recortar ese pelo (y mantener las uñas cortas) para que los “pies” de nuestro amigo peludo estén en buen estado.
Es de suma importancia también, mantener la zona de las almohadillas completamente limpia. Si salimos a pasear con nuestro perro un día de lluvia, cuando lleguemos a casa, hemos de quitar todo resto de barro o humedad. Las almohadillas de un perro sano deben ser duras, ásperas y al mismo tiempo elásticas, no deberían estar resecas, levantadas ni agrietadas. Como norma general y como parte de la rutina deberíamos revisar las patas de nuestro perro a diario, especialmente si salimos al campo, o si le vemos lamerse insistentemente las patas (puede ser también un síntoma de alergia), cojear o andar de manera extraña. Con un rápido vistazo comprobaremos si tiene cortes o alguna uña rota o astillada, revisaremos en busca de espigas, piedrecitas, espinas o incluso chicles que puedan quedar pegados y veremos si se encuentran secas, levantadas o agrietadas. Heridas y cortes Nos ponemos en el caso de que sea un corte o herida que no revista gravedad (si no fuera sí, la visita al veterinario es obligada, ya que cabría la posibilidad, entre otras cosas, de que necesitara algún punto de sutura). Si es una pequeña herida o un corte leve, limpiaremos bien la zona con agua (si se trata de un corte, nos aseguraremos de limpiar bien el interior, para evitar que queden restos de arena y se infecte). Después aplicaremos betadine, o crema antibiótica (Panalog, es perfecta para estos casos). Por último, protegeremos la almohadilla con una gasa, y la taparemos con venda cohesiva. Ante el más mínimo síntoma de infección o problemas, acudiremos al veterinario.
Quemaduras por abrasión Las quemaduras y abrasiones pueden ser extremadamente dolorosas, ya que los perros tienen mucha sensibilidad en esta zona. La herida deberá ser tratada con antibiótico en crema, y posiblemente sea necesario colocar un vendaje como ya explicamos en el punto anterior. En ocasiones aunque veamos que el animal cojea o camina de forma diferente, las quemaduras no son fácilmente visibles, pero si podremos notar que tiene las almohadillas demasiado “lisas y suaves” y más sensibilidad de la normal al tacto. En este caso conviene hidratarlas como se indica más abajo. Grietas por roce o sequedad Si las tiene agrietadas por roce, las curaremos con betadine, o bien pondremos en práctica un remedio casero que suele dar muy buenos resultados: baños de agua templada con un poco de vinagre y sal. Se puede aplicar con gasas, lavando las almohadillas o llenando dos dedos la bañera con la mezcla y poniendo al perro de pie unos minutos mientras hace efecto; después secaremos bien la zona. Si las almohadillas están resecas, aplicaremos vaselina pura sin perfume (de venta en farmacias), masajeando la zona hasta que se absorba todo el producto. Es preferible no abusar de la hidratación si el perro no presenta ningún problema en las almohadillas. Deberían estar elásticas, pero duras y ásperas. Renovación Si nuestro perro ha tenido heridas, abrasiones o grietas es posible que la almohadilla “se renueve” de golpe, es decir, se generan nuevas capas de células queratinizadas y la capa superior dañada y reseca se “abomba” y se desprende como si fuese piel muerta, quedando a la vista las nuevas capas de una almohadilla intacta. Si esto sucede no debemos preocuparnos, simplemente podemos ayudar a este proceso recortando las capas muertas con cuidado (y sin miedo, puesto que ya no hay ningún tipo de sensibilidad en ellas) y cuidando de que el endurecimiento de la nueva almohadilla sea progresivo
El colapso traqueal Es una enfermedad que afecta a las vías respiratorias. El aparato respiratorio se divide en dos grandes grupos: las vías respiratorias superiores, que son las que conducen el aire desde el exterior hasta las vías respiratorias inferiores, que se integran en el interior de los pulmones.
tos y músculos (el ejemplo que mejor se entiende muchas veces es la comparación un tubo “coarrugado” como los que se colocan en las casa para el cableado) y en el interior de este “tubo” lo encontramos recubierto por una mucosa.
¿Qué es lo que ocurre en esta enfermedad? Lo que ocurre es que existe una deformación de los cartílagos que forman la tráquea, no se conoce muy bien por qué ocurre esto, pero lo que acaba provocando es un aumento de resistencia al paso del aire, provocándose una inflamación de la mucosa traqueal, y una estenosis (estrechamiento), que provoca que la tráquea se colapse (se cierre) en determinados momentos o situaciones. Los reiterados colapsos acaban provocando también una inflamación de la mucosa traqueal (traqueítis), lo cual aumenta la tos y provoca un ciclo colapso-tosinflamación que va agravando el cuadro clínico. Existen diferentes tipos de colapsos en función de lo grave que sea la deformación de los cartílagos:
·Grado I: Existe una mínima deformación de la tráquea, los anillos están casi por completo normales y lo único que se encuentra es una reducción de la luz de la tráquea de hasta un 25%. ·Grado II, aplanamiento leve: Hay una leve, pero visible, deformación de los cartílagos traqueales y la luz traqueal está reducida hasta en un 50%. ·Grado III, aplanamiento marcado: La luz traqueal se reduce hasta en un 75% y los cartílagos están muy deformados, hay contacto entre la zona dorsal (superior) y ventral (inferior) de la tráquea. ·Grado IV, colapso total: la luz traqueal está completamente obliterada y casi no hay paso de aire, con evidente riesgo de asfixia, está cerrado el paso de aire casi al 100%.
En función de dónde se encuentre el colapso situado podemos diferenciarlos en colapsos traqueales cervicales (los más frecuentes) o torácicos.
De ahora en adelante nos referiremos principalmente a los grados I, II y III ya que en el caso de un animal con grado IV lo único que se puede realizar es una cirugía correctora y la sintomatología es muy evidente.
¿Qué síntomas puedo encontrar? ¿Se puede parecer a otras enfermedades? Como en todas las enfermedades, los síntomas pueden ser muy variados y dependen del grado de colapso que tenga el animal, pero el síntoma más evidente es la tos, tos normalmente seca que al principio es más leve y esporádica y que con el tiempo se va volviendo más frecuente y severa. Además, suelen estar asociados los colapsos y las bronquitis, sobre todo cuando ya llevan un tiempo.
En los casos más leves la tos suele aparecer cuando el animal está más nervioso (antes de pasear, cuando vuelven a casa sus propietarios, cuando comen…) y en los más graves suele ser más continua. Otros síntomas que se pueden encontrar en esta patología son la intolerancia al ejercicio, náuseas, disnea inspiratoria, cianosis y síncopes, ordenados de más a menos frecuentes. Cabe destacar que la enfermedad puede empeorar con ciertos comportamientos, como el de perros muy nerviosos, o con collares de cuello en perros que tiran mucho de la correa. Además, como son animales con las vías aéreas más débiles suelen ser más frecuentes enfermedades como las traqueobronquitis infecciosas (tos de las perreras). La enfermedad puede parecerse o ser confundida en ocasiones con otras patologías como la propia tos de las perreras o enfermedades cardíacas que cursan con tos, intolerancia al ejercicio, cianosis y síncopes.
¿Qué animales la sufren con más frecuencia? Es una patología más frecuente en razas de perros pequeños como los Yorkshire Terrier, Caniches, Bichón Maltés, Pomerania, Carlino y Chihuahua entre otras. El setter lo padece con bastante frecuencia.
¿Cómo se diagnostica? La técnica que se utiliza para el diagnóstico, tras excluir otras patologías similares en la consulta, es la radiografía.
En determinados casos se pueden realizar otras técnicas como la traqueobroncoscopia, pero no es necesaria de forma rutinaria.
¿Cómo se trata? Existen dos tipos de tratamientos para esta patología, el tratamiento sintomático o conservador y el tratamiento quirúrgico.
tos y músculos (el ejemplo que mejor se entiende muchas veces es la comparación un tubo “coarrugado” como los que se colocan en las casa para el cableado) y en el interior de este “tubo” lo encontramos recubierto por una mucosa.
¿Qué es lo que ocurre en esta enfermedad? Lo que ocurre es que existe una deformación de los cartílagos que forman la tráquea, no se conoce muy bien por qué ocurre esto, pero lo que acaba provocando es un aumento de resistencia al paso del aire, provocándose una inflamación de la mucosa traqueal, y una estenosis (estrechamiento), que provoca que la tráquea se colapse (se cierre) en determinados momentos o situaciones. Los reiterados colapsos acaban provocando también una inflamación de la mucosa traqueal (traqueítis), lo cual aumenta la tos y provoca un ciclo colapso-tosinflamación que va agravando el cuadro clínico. Existen diferentes tipos de colapsos en función de lo grave que sea la deformación de los cartílagos:
·Grado I: Existe una mínima deformación de la tráquea, los anillos están casi por completo normales y lo único que se encuentra es una reducción de la luz de la tráquea de hasta un 25%. ·Grado II, aplanamiento leve: Hay una leve, pero visible, deformación de los cartílagos traqueales y la luz traqueal está reducida hasta en un 50%. ·Grado III, aplanamiento marcado: La luz traqueal se reduce hasta en un 75% y los cartílagos están muy deformados, hay contacto entre la zona dorsal (superior) y ventral (inferior) de la tráquea. ·Grado IV, colapso total: la luz traqueal está completamente obliterada y casi no hay paso de aire, con evidente riesgo de asfixia, está cerrado el paso de aire casi al 100%.
En función de dónde se encuentre el colapso situado podemos diferenciarlos en colapsos traqueales cervicales (los más frecuentes) o torácicos.
De ahora en adelante nos referiremos principalmente a los grados I, II y III ya que en el caso de un animal con grado IV lo único que se puede realizar es una cirugía correctora y la sintomatología es muy evidente.
¿Qué síntomas puedo encontrar? ¿Se puede parecer a otras enfermedades? Como en todas las enfermedades, los síntomas pueden ser muy variados y dependen del grado de colapso que tenga el animal, pero el síntoma más evidente es la tos, tos normalmente seca que al principio es más leve y esporádica y que con el tiempo se va volviendo más frecuente y severa. Además, suelen estar asociados los colapsos y las bronquitis, sobre todo cuando ya llevan un tiempo.
En los casos más leves la tos suele aparecer cuando el animal está más nervioso (antes de pasear, cuando vuelven a casa sus propietarios, cuando comen…) y en los más graves suele ser más continua. Otros síntomas que se pueden encontrar en esta patología son la intolerancia al ejercicio, náuseas, disnea inspiratoria, cianosis y síncopes, ordenados de más a menos frecuentes. Cabe destacar que la enfermedad puede empeorar con ciertos comportamientos, como el de perros muy nerviosos, o con collares de cuello en perros que tiran mucho de la correa. Además, como son animales con las vías aéreas más débiles suelen ser más frecuentes enfermedades como las traqueobronquitis infecciosas (tos de las perreras). La enfermedad puede parecerse o ser confundida en ocasiones con otras patologías como la propia tos de las perreras o enfermedades cardíacas que cursan con tos, intolerancia al ejercicio, cianosis y síncopes.
¿Qué animales la sufren con más frecuencia? Es una patología más frecuente en razas de perros pequeños como los Yorkshire Terrier, Caniches, Bichón Maltés, Pomerania, Carlino y Chihuahua entre otras. El setter lo padece con bastante frecuencia.
¿Cómo se diagnostica? La técnica que se utiliza para el diagnóstico, tras excluir otras patologías similares en la consulta, es la radiografía.
En determinados casos se pueden realizar otras técnicas como la traqueobroncoscopia, pero no es necesaria de forma rutinaria.
¿Cómo se trata? Existen dos tipos de tratamientos para esta patología, el tratamiento sintomático o conservador y el tratamiento quirúrgico.
El primero, el tratamiento sintomático, es el que se aplica por norma general en los colapsos de grados I, II y III y buscan aliviar la sintomatología que presenta el animal y mejorar su calidad de vida. Además de posibles recomendaciones de medicamentos, es importante tener en cuenta varios consejos que pueden ayudar a que no se agrave el cuadro clínico, como pueden ser: el uso de collares o arneses que no traccionen sobre el cuello, evitar “rutinas” que provoquen estrés al perro (por ejemplo, no hacer siempre lo mismo justo antes de pasear con el perro o antes de ponerle la comida, variar las frases que usamos para antes de estos momentos, etc) o prevenir la enfermedad de la “tos de las perreras” vacunando al perro, ya que puede actuar también como agravante.
Cabe resaltar en este apartado que esta patología suele ser de carácter degenerativo y no tiene una cura definitiva, por lo que deben ser animales controlados durante toda la vida.
Displasia de Cadera en perros
Introducción La Displasia de Cadera es la enfermedad osteoarticular más frecuente en perros. Es una enfermedad típica de perros de razas grandes y medianas, menos frecuente en razas pequeñas.
Se presenta con una mala congruencia de la cavidad acetabular (cadera) con las cabezas femorales que pueden aparecer luxadas o sub luxadas, es decir, fuera de su lugar natural. La cabeza del fémur al no tener un buen recubrimiento “baila” y esto produce estrés, inflama y debilita la articulación y los tejidos periarticulares.
Es muy frecuente que aparezcan cambios degenerativos de osteoartrosis. La osteoartrosis que aparece debido a la displasia causará los problemas de inflamación, dolor, que a su vez harán que el perro cargue más peso en las manos, menos en los posteriores, reduciendo la actividad muscular de estos y generando la atrofia muscular en el tercio posterior que agravará los síntomas.
Síntomas Los síntomas varían un poco dependiendo de la raza y sobretodo de la edad del perro. Para el diagnóstico se suele realizar una radiografía en distracción, es decir con el perro tumbado hacia arriba y tracción simétrica en los miembros posteriores, normalmente con el perro anestesiado o muy sedado. No siempre los síntomas guardan relación con el resultado de la radiografía.
A veces observamos perros con mucha displasia y que presentan poco dolor o incluso nada y también el caso contrario, mucho dolor con un resultado en la exploración radiológica no tan malo. El dolor depende más de la inflamación de la articulación (sinovitis) entre otros factores que de la displasia en si.
A partir de los 5 o 6 meses, empiezan los signos de alerta, el perro se para mal (saca una pierna hacia fuera), tiene dificultad para mantenerse en pie, no carga peso en los posteriores, pueden tener signos de dolor después del ejercicio, resbalar, caerse y presentar la marcha típica del perro con displasia que es el balanceo de la parte posterior y la carrera como un conejo, es decir, avanzando las dos patas posteriores al mismo tiempo. También pueden observarse otros comportamientos como cambiar el humor de forma súbita, volverse más agresivos y rehuir la presencia del propietario. A veces al final del crecimiento los síntomas desaparecen o se minimizan mucho, quedando como único signo claro la marcha en balanceo.
Cabe resaltar en este apartado que esta patología suele ser de carácter degenerativo y no tiene una cura definitiva, por lo que deben ser animales controlados durante toda la vida.
Displasia de Cadera en perros
Introducción La Displasia de Cadera es la enfermedad osteoarticular más frecuente en perros. Es una enfermedad típica de perros de razas grandes y medianas, menos frecuente en razas pequeñas.
Se presenta con una mala congruencia de la cavidad acetabular (cadera) con las cabezas femorales que pueden aparecer luxadas o sub luxadas, es decir, fuera de su lugar natural. La cabeza del fémur al no tener un buen recubrimiento “baila” y esto produce estrés, inflama y debilita la articulación y los tejidos periarticulares.
Es muy frecuente que aparezcan cambios degenerativos de osteoartrosis. La osteoartrosis que aparece debido a la displasia causará los problemas de inflamación, dolor, que a su vez harán que el perro cargue más peso en las manos, menos en los posteriores, reduciendo la actividad muscular de estos y generando la atrofia muscular en el tercio posterior que agravará los síntomas.
Síntomas Los síntomas varían un poco dependiendo de la raza y sobretodo de la edad del perro. Para el diagnóstico se suele realizar una radiografía en distracción, es decir con el perro tumbado hacia arriba y tracción simétrica en los miembros posteriores, normalmente con el perro anestesiado o muy sedado. No siempre los síntomas guardan relación con el resultado de la radiografía.
A veces observamos perros con mucha displasia y que presentan poco dolor o incluso nada y también el caso contrario, mucho dolor con un resultado en la exploración radiológica no tan malo. El dolor depende más de la inflamación de la articulación (sinovitis) entre otros factores que de la displasia en si.
A partir de los 5 o 6 meses, empiezan los signos de alerta, el perro se para mal (saca una pierna hacia fuera), tiene dificultad para mantenerse en pie, no carga peso en los posteriores, pueden tener signos de dolor después del ejercicio, resbalar, caerse y presentar la marcha típica del perro con displasia que es el balanceo de la parte posterior y la carrera como un conejo, es decir, avanzando las dos patas posteriores al mismo tiempo. También pueden observarse otros comportamientos como cambiar el humor de forma súbita, volverse más agresivos y rehuir la presencia del propietario. A veces al final del crecimiento los síntomas desaparecen o se minimizan mucho, quedando como único signo claro la marcha en balanceo.
La displasia de cadera tiene claros índices de heredabilidad, aunque muchas veces los perros son portadores pero no la desarrollan. Influyen factores tanto ambientales como el desarrollo rápido y la nutrición así como factores genéticos. Podemos ver hijos con displasia de cadera de padres normales e incluso viceversa, aunque dado el alto riesgo de transmitir la enfermedad a la descendencia no se debería hacer criar a padres enfermos.
Prevención El exceso de peso y una dieta no variada son factores que han demostrado que aumentan las posibilidades de padecer la enfermedad. El periodo más crítico del desarrollo de esta enfermedad es entre los 3 y 8 meses, la reducción de la ingesta calórica y un ejercicio regular sin mucho impacto podría ser una decisión interesante para evitar la displasia de cadera en esta fase.
En los perros mayores, los problemas vienen determinados como consecuencia de la artrosis que presentaran. Los síntomas mas típicos son la dificultad para levantarse, la marcha en balanceo de las caderas, la carga de mucho más peso delante caminando ayudándose de las extremidades anteriores (remando más que propulsando), dificultades visibles para ponerse sobre los posteriores, subir escaleras, entrar al coche o subirse al sofá. La posición típica que adopta un perro con artrosis de cadera es con las patas abiertas para aumentar la base de sustentación y la cabeza hacia delante para cargar más peso en la parte anterior. También se puede apreciar la atrofia muscular que existe en los posteriores.
En ocasiones se observa que presentan cojera que desaparece después de caminar un breve período de tiempo, que sufren más por la mañana al levantarse, sobretodo si no se ha descansado de forma correcta o sobre un colchón adecuado, y que las extremidades las suelen colocar flexionadas mientras caminan, realizando pasos cortos ya que les duele la extensión de las caderas y presentan una reducción de la masa muscular de los posteriores (atrofia) muy importante. Los tiempos de los paseos se reducen mucho, el perro se sienta o se tumba y no quiere salir a pasear o para mucho durante el paseo.
Prevención El exceso de peso y una dieta no variada son factores que han demostrado que aumentan las posibilidades de padecer la enfermedad. El periodo más crítico del desarrollo de esta enfermedad es entre los 3 y 8 meses, la reducción de la ingesta calórica y un ejercicio regular sin mucho impacto podría ser una decisión interesante para evitar la displasia de cadera en esta fase.
En los perros mayores, los problemas vienen determinados como consecuencia de la artrosis que presentaran. Los síntomas mas típicos son la dificultad para levantarse, la marcha en balanceo de las caderas, la carga de mucho más peso delante caminando ayudándose de las extremidades anteriores (remando más que propulsando), dificultades visibles para ponerse sobre los posteriores, subir escaleras, entrar al coche o subirse al sofá. La posición típica que adopta un perro con artrosis de cadera es con las patas abiertas para aumentar la base de sustentación y la cabeza hacia delante para cargar más peso en la parte anterior. También se puede apreciar la atrofia muscular que existe en los posteriores.
En ocasiones se observa que presentan cojera que desaparece después de caminar un breve período de tiempo, que sufren más por la mañana al levantarse, sobretodo si no se ha descansado de forma correcta o sobre un colchón adecuado, y que las extremidades las suelen colocar flexionadas mientras caminan, realizando pasos cortos ya que les duele la extensión de las caderas y presentan una reducción de la masa muscular de los posteriores (atrofia) muy importante. Los tiempos de los paseos se reducen mucho, el perro se sienta o se tumba y no quiere salir a pasear o para mucho durante el paseo.
Aunque existen diversas clasificaciones, la Federación Canina Internacional se basa en esta clasificación: 1. Ningún signo de displasia. 2. Articulaciones de cadera casi normales. 3. Displasia ligera. 4. Moderada o media. 5. Grave.
Tratamiento Aunque existen métodos quirúrgicos: escisión del músculo pectineo, triple osteotomia de cadera, artroplastia de la cabeza femoral, forage, prótesis de cadera… al final el tratamiento es puramente paliativo. Métodos incluídos en la farmacología serían: antiinflamatorios y protectores de cartílago.
La fisioterapia también ayuda mucho a desarrollar mejor la musculatura sin dolor a sacar tensiones y eliminar compensaciones que el perro ha realizado. Podemos ayudar de muchas maneras a nuestro perro con displasia de cadera. Es muy recomendable la reducción de la carga en la cadera bien reduciendo el peso del animal o ayudandonos de una silla de ruedas, el ejercicio moderado y sobretodo regular. El ejercicio físico nos ayudará mucho a mejorar la masa muscular que soportará mejor la mala congruencia articular.La fisioterapia y los masajes permiten tener siempre al perro en un estado muscular correcto. Los protectores de cartílago retrasan la aparición de la artrosis y los antiinflamatorios evitan o reducen el dolor.
También es muy aconsejable proteger la articulación del frío con mantas térmicas o un soporte de cadera y en caso de que al perro le cueste levantarse ayudarlo con un arnés para posteriores. Es importante que el perro se sienta cómodo y que le estimulemos a moverse y hacer ejercicio.
Es recomendable también dormir en una cama para perros de viscoelástica y no exponer el perro al frío ni a mucha humedad.
Otitis en perros, causas, síntomas y tratamiento La otitis externa es una enfermedad inflamatoria aguda o crónica que puede afectar el pabellón auricular, el conducto auditivo externo y el tímpano. la cual puede ser causada por diferentes tipos de patógenos como los parásitos (el más común es un ácaro, el Otodectes cynotis que vive de manera habitual en perros y gatos) y los hongos. También puede ser ocasionada por cuerpos extraños, alergias, trastornos de la queratinización, desórdenes endocrinológicos, desordenes glandulares, enfermedades autoinmunes, enfermedades virales y neoplasias. Esta enfermedad suele ser más frecuente en perros que en gatos.
Algunos de los gérmenes que pueden vivir y desarrollarse dentro de un oído infectado agravando este proceso inflamatorio son las levaduras (Malassezia pachydermatis) y las bacterias (Staphylococcus sp, Pseudomonas sp, Proteus sp y E. Coli) como los más importantes.
En los perros, esta enfermedad puede resultar muy difícil de tratar por ello se debe identificar el tipo de microorganismo que la está causando para que el tratamiento sea exitoso. También es importante un buen diagnóstico ya que posiblemente sea causada por alguna enfermedad que haya ocasionado dicha afección, así que es necesario tratar la enfermedad para prevenir que vuelva a aparecer la otitis. Muchas veces las otitis en los perros se hacen más profundas, llegando al oído Medio (se conoce como otitis media) haciéndose entonces mucho más difícil de tratar.
El oído del perro es un órgano que tiene dos funciones importantes: oír (percibir el sonido) y el equilibrio (mantener la posición corporal). El oído externo es un receptor de sonidos, el oído medio convierte las
Tratamiento Aunque existen métodos quirúrgicos: escisión del músculo pectineo, triple osteotomia de cadera, artroplastia de la cabeza femoral, forage, prótesis de cadera… al final el tratamiento es puramente paliativo. Métodos incluídos en la farmacología serían: antiinflamatorios y protectores de cartílago.
La fisioterapia también ayuda mucho a desarrollar mejor la musculatura sin dolor a sacar tensiones y eliminar compensaciones que el perro ha realizado. Podemos ayudar de muchas maneras a nuestro perro con displasia de cadera. Es muy recomendable la reducción de la carga en la cadera bien reduciendo el peso del animal o ayudandonos de una silla de ruedas, el ejercicio moderado y sobretodo regular. El ejercicio físico nos ayudará mucho a mejorar la masa muscular que soportará mejor la mala congruencia articular.La fisioterapia y los masajes permiten tener siempre al perro en un estado muscular correcto. Los protectores de cartílago retrasan la aparición de la artrosis y los antiinflamatorios evitan o reducen el dolor.
También es muy aconsejable proteger la articulación del frío con mantas térmicas o un soporte de cadera y en caso de que al perro le cueste levantarse ayudarlo con un arnés para posteriores. Es importante que el perro se sienta cómodo y que le estimulemos a moverse y hacer ejercicio.
Es recomendable también dormir en una cama para perros de viscoelástica y no exponer el perro al frío ni a mucha humedad.
Otitis en perros, causas, síntomas y tratamiento La otitis externa es una enfermedad inflamatoria aguda o crónica que puede afectar el pabellón auricular, el conducto auditivo externo y el tímpano. la cual puede ser causada por diferentes tipos de patógenos como los parásitos (el más común es un ácaro, el Otodectes cynotis que vive de manera habitual en perros y gatos) y los hongos. También puede ser ocasionada por cuerpos extraños, alergias, trastornos de la queratinización, desórdenes endocrinológicos, desordenes glandulares, enfermedades autoinmunes, enfermedades virales y neoplasias. Esta enfermedad suele ser más frecuente en perros que en gatos.
Algunos de los gérmenes que pueden vivir y desarrollarse dentro de un oído infectado agravando este proceso inflamatorio son las levaduras (Malassezia pachydermatis) y las bacterias (Staphylococcus sp, Pseudomonas sp, Proteus sp y E. Coli) como los más importantes.
En los perros, esta enfermedad puede resultar muy difícil de tratar por ello se debe identificar el tipo de microorganismo que la está causando para que el tratamiento sea exitoso. También es importante un buen diagnóstico ya que posiblemente sea causada por alguna enfermedad que haya ocasionado dicha afección, así que es necesario tratar la enfermedad para prevenir que vuelva a aparecer la otitis. Muchas veces las otitis en los perros se hacen más profundas, llegando al oído Medio (se conoce como otitis media) haciéndose entonces mucho más difícil de tratar.
El oído del perro es un órgano que tiene dos funciones importantes: oír (percibir el sonido) y el equilibrio (mantener la posición corporal). El oído externo es un receptor de sonidos, el oído medio convierte las
En sus oídos se observa una secreción anormal en aspecto y olor que puede ser de color amarillo claro hasta marrón negruzco dependiendo del tipo de patógeno. Al sacudirse elimina abundante secreción. Los oídos le huelen mal. Agresividad.
En casos graves los oídos pueden tener un olor putrefacto, se puede observar una pérdida de audición y el animal tiende a tener problemas de equilibrio, se choca con las paredes.
Diagnóstico de la otitis en perros Es fundamental la anamnesis (la época en que se presenta esta afección, dónde vive, si ha sido bañado hace poco o si se ha peleado con otro animal son datos importantes) y el examen físico general incluyendo el dermatológico, otoscopía, citología, palpación con tubo de la membrana timpánica y lavado de oídos. Las otitis externas no son complicadas de diagnosticar pero las otitis medias son difíciles de abordar.
Tratamiento de la otitis en perros Si es causada por un cuerpo extraño, primero se debe eliminar este mediante la limpieza del canal auricular y luego tratar la otitis que ha provocado.
Es importante la limpieza para que las soluciones tópicas que se van a emplear puedan contactar adecuadamente con el epitelio del conducto.
Una vez realizada la limpieza se tratará el oído dependiendo de qué agente esté actuando: acaricidas, antifúngicos o antibióticos. Además de la vía tópica se utilizará la parenteral y/u oral para favorecer la resolución del proceso. A manera preventiva se puede colocar un collar isabelino para evitar lesiones producidas por el rascado.
Es importante aclarar que cada uno de los gérmenes que causan la otitis se deben tratar con medicaciones diferentes, por lo tanto, identificar cuál o cuaáles están presentes en los oídos de un perro con otitis es un paso fundamental para que el tratamiento tenga éxito.
La infección se puede prevenir si limpias los oídos de tu perro periódicamente y después del baño, si evitas que esté mucho tiempo en el agua como ríos o piscinas, etc. El veterinario te podrá asesorar en la manera de limpiar los oídos a tu perro.
Evita que tu perro pase mucho tiempo en el agua para prevenir la otitis.
Si notas que tu perro tiene malestar en los oídos, no dejes pasar el tiempo, ya que entre más crónica se hace una otitis aumenta la dificultad para lograr un tratamiento exitoso. Consulta rápidamente con el veterinario para que te indique cuáles son los pasos a seguir para tratar adecuadamente esta afección.
Actúa de manera oportuna para que tu peludo pueda mejorar lo más pronto posible.
En casos graves los oídos pueden tener un olor putrefacto, se puede observar una pérdida de audición y el animal tiende a tener problemas de equilibrio, se choca con las paredes.
Diagnóstico de la otitis en perros Es fundamental la anamnesis (la época en que se presenta esta afección, dónde vive, si ha sido bañado hace poco o si se ha peleado con otro animal son datos importantes) y el examen físico general incluyendo el dermatológico, otoscopía, citología, palpación con tubo de la membrana timpánica y lavado de oídos. Las otitis externas no son complicadas de diagnosticar pero las otitis medias son difíciles de abordar.
Tratamiento de la otitis en perros Si es causada por un cuerpo extraño, primero se debe eliminar este mediante la limpieza del canal auricular y luego tratar la otitis que ha provocado.
Es importante la limpieza para que las soluciones tópicas que se van a emplear puedan contactar adecuadamente con el epitelio del conducto.
Una vez realizada la limpieza se tratará el oído dependiendo de qué agente esté actuando: acaricidas, antifúngicos o antibióticos. Además de la vía tópica se utilizará la parenteral y/u oral para favorecer la resolución del proceso. A manera preventiva se puede colocar un collar isabelino para evitar lesiones producidas por el rascado.
Es importante aclarar que cada uno de los gérmenes que causan la otitis se deben tratar con medicaciones diferentes, por lo tanto, identificar cuál o cuaáles están presentes en los oídos de un perro con otitis es un paso fundamental para que el tratamiento tenga éxito.
La infección se puede prevenir si limpias los oídos de tu perro periódicamente y después del baño, si evitas que esté mucho tiempo en el agua como ríos o piscinas, etc. El veterinario te podrá asesorar en la manera de limpiar los oídos a tu perro.
Evita que tu perro pase mucho tiempo en el agua para prevenir la otitis.
Si notas que tu perro tiene malestar en los oídos, no dejes pasar el tiempo, ya que entre más crónica se hace una otitis aumenta la dificultad para lograr un tratamiento exitoso. Consulta rápidamente con el veterinario para que te indique cuáles son los pasos a seguir para tratar adecuadamente esta afección.
Actúa de manera oportuna para que tu peludo pueda mejorar lo más pronto posible.